El Día del maestro o Día del Profesor es una festividad en la que se conmemora a las personas que hacen de la enseñanza su trabajo habitual, como maestros y profesores.
Quien ha estado al frente de una clase sabe que muchas veces nos invaden el miedo y la inseguridad frente al desafío de las aulas. Es probable que algunos cuestionamientos sobre la educación teórica y práctica nos quiten por un rato el sueño.
Está bueno que esto suceda, porque nos induce a una etapa reflexiva, llena de preguntas con respuestas varias, muy necesaria para luego sobrepasar las dudas e inseguridades que podamos ensayar.
Son etapas, que superadas, nos permiten experimentar la libertad para ser nosotros mismos, para alcanzar nuestro máximo potencial como educadores. Todos han pasado por esta particular situación, e incluso hasta los más confiados y seguros de sí mismos.
De hecho, no hay que perder la mirada introspectiva. Apoyarnos en nuestra trayectoria personal, y utilizarla como andamiaje para afrontar nuevas preguntas y planteos que nos hace la sociedad del aprendizaje.
Es bueno considerar algunos detalles para enfrentar algunos cuestionamientos inciertos de hoy:
Es normal que los interrogantes aparezcan. Si no hay repuestas claras, deberíamos preocuparnos, si la incertidumbre no nos enciende una luz de alarma.
Debemos ser curiosos y ocupar nuestra agenda educativa con varios temas, para no dar lugar a espacios en “blanco”. El tiempo libre se puede convertir en un caldo de cultivo para los pensamientos negativos, que nada nos ayudarán.
Tenemos que aceptar los miedos. Subjetivamente podemos comprobar que las indecisiones son un indicador de las cosas que realmente necesitamos y debemos hacer. Si tenemos miedo de implementar alguna actividad innovadora en el aula, sólo debemos ejecutarla, porque sólo así, ganaremos más confianza.
Muchas veces los educadores exitosos, nunca se quedan en una “zona de confort”. ¡Lo tradicional es una trampa! Sin darnos cuenta nos transformará en mediocres. Si no queremos que nos atrape la regularidad, y nuestro deseo es avanzar en nuestro rol de docente, tendremos que aprender a estar cómodos, haciendo lo incómodo.
La imaginación y juegos educativos, muchas veces terminan siendo más importantes que el conocimiento. Tal vez, si no nos sentimos demasiados creativos e inteligentes, optemos por sumar acciones por encima de nuestra competencia, priorizando un espacio destacado a las actividades, y los resultados, sin lugar a dudas nos sorprenderán. Multipliquemos nuestras acciones e intentemos en convertirnos en producción educativa. De ser así, seguramente nuestras dudas y sobresaltos desaparecerán.
Ahora bien, una vez vencido el miedo, lo más importante es EMPATIZAR y asumir el compromiso de seguir capacitándonos para mantenernos en el pensamiento fronterizo.
Trabajar desde la inteligencia emocional es vital para desarrollar nuestros proyectos. Un profesor que empatiza es un profesor que enseña. Un docente que empatiza con sus alumnos promueve que éstos se vuelvan más abiertos, comunicativos y participativos en la actividad. Y es en la integración donde se produce el fenómeno de aprendizaje, con clases activas, constructivas, colaborativas, intencionadas, conversacionales, contextualizadas y reflexivas.
Y no hay que olvidarse que las personas que pueden crear, son aquellas que no están dentro de un paradigma, sino que están en las fronteras. Porque después de tantos años, los maestros y sus escuelas siguen siendo un espacio sin límites y lleno de oportunidades para los alumnos. Un ámbito en donde se confirma que no hay educación sin imaginación, sin creatividad.
En este camino, es posible que la enseñanza de mañana, deba pasar obligatoriamente por la educación de las emociones.
Es claro que existe otra inteligencia, tanto o más importante: la inteligencia emocional. En un aula es primordial cultivar la empatía, para luego desnaturalizar la imagen que muchas veces los alumnos tienen de sí mismos (sobre todo cuando te dicen “-No nací para el estudio”).
Comprendiendo sus experiencias particulares y con ejercicio de la responsabilidad, podemos ser capaces de inspirar y cambiar un destino. Claro, sólo comunicándonos y sin esperar nada a cambio.
por Adrián Ituarte
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